Creo en la convicción de mis ideales, en la fuerza de las palabras, en que las ganas y el amor son los principales motores para caminar hacia adelante, a descubrir y equivocarse, creo en los amigos de verdad, en Dios como fuente de vida, de fortaleza, de esperanza siempre, creo en que las situaciones tienen sentido y dirección así esté segada en el dolor, el fracaso, la decepción o la duda.
Creo en las personas que nos marcan la vida, pero no en todas las sonrisas de las fotografías.
Aún me cuesta trabajo creer que nacemos para morir y por ello me afino a construir todos los días, modos transformadores de vidas.
Creo que papá me ama con todo su ser cuando me levanta en la mañana, creo en el sexto sentido de mi mami, que el mar en su inmensidad y grandeza tiene un secreto para mí.
Creo en los sueños y sostenerse en ellos, creo en que ese lunar que mami y yo tenemos en el mismo lugar nos unió para toda la vida.
Creo que la piel escucha, los ojos dicen, los labios tocan, los oídos miran y el corazón sí duele.
Creo que mi abuelita me escucha y me cuida, que hay más de un angelito que me sigue.
Creo en los poemas de mi hermanito, en sus sueños y en sus pecas. También creo en que nada es para siempre, que no somos jóvenes toda la vida y que el día es corto para tanto por realizar.
Creo en los consejos de mi hermana y en su experiencia de vida.
Creo en mis principios, en los dientes del ratón Pérez, en la maldad de los asesinos, que la Universidad la hace uno y no la institución, que los países tiene conflictos y las Universidades facultades.
Creo en que siembro lo que cosecho, en la pureza de mi alma y en que los bebés cuando observan, dicen.
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